Aunque pretenda ser generoso, septiembre siempre se lleva algo consigo. Nos obsequia una graciosa pirueta de hojas secas y aire tibio, para luego esparcirla sobre el suelo como una evidencia polvorienta de algo que pudo ser y no será. Yo no puedo capturar esa volátil nostalgia con las manos. Es muy suya. Sólo me queda la humana irreverencia de pisar sobre una historia regada en el asfalto.
1 comentario:
Pensé que iba a comentar y decir que el tema limpio, ¿lo hacen por ti mismo? Es realmente impresionante!
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